La vida es simplemente irónica. Deseamos algo con todas nuestras fuerzas, hasta sangrar por dentro y no poder pensar en otra cosa, pero cuando por fin tenemos lo que deseábamos, ya no lo queremos. Es irónico. Hacemos lo imposible para conseguirlo, por mas que nos carcoma la vida, pero cuando lo tenemos no lo apreciábamos como creíamos, porque la pasión por lograrlo desapareció, el deseo se cumplió y ya no queda nada mas por hacer. No lo podemos disfrutar con totalidad, porque aparece otra cosa, y es un nuevo reto. Queremos una cosa nueva, que nos de esa sensación y esa afirmación de que estamos vivos y sentimos. Hay una probabilidad nula de que cuidemos ese deseo y lo amamos como cuando no lo teníamos, pero es imposible. Porque nuevos deseos aparecen, y crecemos, maduramos. Los deseos van cambiando a lo largo de la vida. Cuando uno era chiquito, querías esa Barbie de mierda con un sombrero con todo su ser, lloraba y pataleaba, era su único deseo. Pero los deseos cambian. Después uno sueña con el hombre de su vida o encontrar a nuestra verdadera alma gemela. No disfrutamos de lo que tenemos en ese momento, lo que podemos hacer con nuestra vida. Creo que esta en nosotros disfrutar lo que tenemos, lo que tuvimos o lo que podemos llegar a tener, sin obsesionarnos, sin la necesidad de ver todo como algo imposible.